El juramento by Bertrand Lançon
autor:Bertrand Lançon [Lançon, Bertrand]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2005-12-31T16:00:00+00:00
L O C S S M A P E CA R
Dejé caer las manos con el papiro sobre mi regazo.
—¿Qué significa eso?
—No tengo ni idea. Por eso estoy aquí.
—¿No es un código de los que utilizan los agentes?
—Por desgracia no lo es. He probado con todas mis claves de descifrado. En vano.
—¿Y las dos hojas que enmarcan la inscripción?
—Un misterio…
—¿Tú qué opinas?
—Creo que podría tratarse de un enigma que combina una adivinanza con una serie de palabras abreviadas, aunque no sé cuáles. Necesito tu ayuda para descubrir su significado: me hace falta una persona de confianza que conozca perfectamente la Urbs. Quizá el orden de las letras le sugiera algo.
—¡Caligo! Por una vez tú solo te haces acreedor a tu mote.
—Lo reconozco… pero este Gaza sublime me consuela con creces. A propósito, si no es indiscreción, ¿podrías decirme quién es tu proveedor?
—Es nuestro corredor de Portus, Hilario, quien lo compra a Cráter, un mercader de Alejandría.
—Lo suponía. Cráter solo compra y vende lo mejor de lo mejor. Voy a revelarte un secreto: el Gaza que se sirve en el Sacro Palacio no es tan bueno.
El cumplido me encantó.
—Los rumores dicen que es en casa de los Valerios donde se bebe el mejor vino.
—Los rumores están en lo cierto, a fe mía.
—Y ya que hablamos de palacio, Nebridio, seguro que estás informado de cuándo debe llegar a Roma el emperador. Me han hablado del día de las Floralia.
Mi pregunta pareció incomodarlo en extremo. En su rostro se pintó la inquietud. Se pasó varias veces la mano por su corta barba:
—Te lo voy a decir con franqueza, Festo, habría preferido que no me hicieras esa pregunta.
—No puedo creer que no lo sepas…
—No, estoy al corriente, pero… no es eso.
—Entiendo. El momento exacto debe ser secreto por motivos de seguridad.
Mi explicación pareció aliviarlo:
—Lo has entendido perfectamente. Te estás acostumbrando al oficio de adjutor, Festo. Confío en ti, pero no puedo revelártelo.
El pichel estaba vacío. Nebridio me dejó el papiro y se marchó.
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